25.5.10

Siete maneras de matar un gato

Autor: Matías Néspolo

Editorial: Los libros del lince


Hay dos maneras, “por las buenas o por las malas”, el resto es miseria en una sociedad donde la autoridad controla y negocia con traficantes, nada nuevo por cierto, en el reino de los perdedores. Lo novedoso, sin embargo, es el mecanismo trabajado por el autor para introducirnos en un ambiente tenso donde predomina el misterio y la amistad se pierde, se compra el orgullo y se navega en el falso recuerdo de la decepción y el hambre del ahora. En siete maneras de matar un gato, (Matías Néspolo, Buenos Aires, 1975) el Gringo, descubre a Moby Dick y se interna en sus páginas en la medida que inicia sus correrías para salir de un aprieto como una ballena blanca que lucha por evitar el arpón; el escenario de juego es el bar del Gordo Farías, ambicioso y capaz de regalar a su hija. El Chueco tiene una pistola y es avieso, pero no tanto como el retorcido Jetita que se las va a jugar todas y al quique le falta infancia pero le gusta la idea de ser malo y grande como el Tony. En esta historia llena de imágenes realistas cargada de personajes que tienen los días contados, el autor hace gala de su habilidad para mostrarnos un lenguaje callejero cuya musicalidad abre camino en cada capítulo minimalista. Todo empieza con un gato, una conversación y una propuesta en plan broma, el resto queda en manos de la calle y sus leyes y en los graves favores. Atravesar la frontera del dominio tiene precio y Zavaleta es una cárcel minada donde sólo el que sabe pisa bien para no explotar. Es una historia de enfrentamientos donde la estructura denota un trabajo articulado que deja sembrada la duda y va revelando de a pocos lo que empieza a suceder como si se tratara del paso ordenado del tiempo, se entrevé la cruda realidad latinoamericana donde de un momento a otro todo se tuerce y sin recurrir a la exageración el autor nos pinta un mapa devastador de ese humilde territorio argentino poco conocido y rebelde; es la historia de unas vidas que se asumen perdidas mucho antes de su agonía.

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